Texto e hipertexto
En la mayoría de los sitios Web informativos el texto constituye el principal soporte y es uno de los elementos al que se le dedica mayor espacio. En nuestra opinión, la redacción y el diseño del texto para la Web es uno de los aspectos que
mayor diferencia posee respecto al diseño en papel.
Lynch y Horton (2000) señalan que las fuentes de libros y revistan se reproducen a una resolución de 1200 dpi, mientras que en el monitor no suele sobrepasar de los 85 dpi. Los autores también indican diferencias respecto de la visión global de la información: mientras que la página de un libro puede verse en su totalidad, las pantallas de los sitios Web muestran generalmente solo parte de la información, siendo necesario desplazarse para visualizar el resto del contenido.
Las estrategias de lecturas varían según sean desarrolladas ante un texto impreso o en pantalla. Nielsen (2000) indica que en la Web es mucho más frecuente que las personas hojeen las páginas, es decir, miran rápidamente los títulos, subtítulos, palabras coloreadas, ilustraciones o texto resaltado y el comienzo de algunos párrafos. El autor cita un estudio realizado por él junto a John Morkes donde se establece que el 79% de los usuarios hojean el contenido de una página Web nueva, y sólo un grupo reducido lee palabra por palabra. Algunas causas enumeradas por Nielsen (2000) son: a) leer en pantalla cansa más la vista y es un 25% más lento que en papel; b) la Web es un medio donde el usuario busca activamente información, lo cual hace que descarte fácilmente aquella información que no le interesa; c) existen muchas páginas Web con la misma información por lo cual si el usuario no encuentra rápidamente lo que busca se dirige a otro sitio.
Lynch y Horton (2000) señalan otra característica del texto en la Web: su diseño se va construyendo mientras se descarga la información. En un texto sobre papel donde el diseño es cerrado, esto es, que el lector no puede intervenir sobre él. En la Web, el usuario puede configurar su navegador para que le muestre información con determinada tipografía, color y tamaño.
Otro aspecto que conviene considerar está relacionado con las limitaciones del lenguaje HTML. Como afirman Lynch y Horton (2000) este lenguaje fue desarrollando atendiendo a una lógica estructural de la información sin considerar la lógica visual. El HTML presenta bastantes limitaciones para el manejo del texto:
no es posible justificar un párrafo, no permite incorporar sangrías, no admite distintos tipos de interlineado, no se puede controlar con precisión el tamaño de la tipografía, y el número de tipografías disponibles para utilizar es muy reducido. Estas limitaciones han comenzado a superarse mediante la creación de Hojas de Estilo en Cascada (CSS, Cascading Style Sheets), un estándar que permite un mejor manejo de los elementos gráficos de un documento Web. Las hojas de estilo deben utilizarse con cuidado porque no todos los navegadores interpretan de igual manera la misma información.
Estas particularidades de texto en la Web exigen estrategias específicas para su utilización tanto en la redacción y tratamiento de la información como en el diseño.
Redacción de textos para documentos Web
Nielsen (2000) señala tres directrices para escribir en la Web: a) ser sucinto, escribir la mitad del texto que se usaría si el documento fuera impreso; b) escribir para poder encontrar las cosas, para que los usuarios no deban leer extensos bloques de textos y hallen los puntos de su interés con facilidad; c) utilizar hipertexto para dividir la información extensa en múltiples páginas. Además de ello, Nielsen (2000) sugiere a los responsables de los sitios Web contratar editor Web que adapten el texto para ser leído en Internet.
Para facilitar la lectura en pantalla de un texto es recomendable utilizar párrafos cortos, emplear listas numeradas o viñetas para organizar la información, agregar subtítulos para orientar al lector sobre el contenido de los párrafos. Nielsen (2000) considera importante estructurar los artículos con dos o tres niveles de titular fácilmente visibles, utilizar encabezados significativos, resaltar y hacer énfasis en las palabras importantes para atraer la atención de los usuarios.
Respecto de la estructura de los artículos, Nielsen (2000) recomienda seguir
el modelo periodístico de pirámide invertida: colocar la información más importante o las conclusiones al comienzo, y luego ir agregando la información secundaria. Con ello el usuario puede fácilmente saber si el contenido de la página será o no de su interés.
En la Web, la titulación asume características particulares por la especificidad del medio. La utilización de motores de búsqueda –por ejemplo- provoca que un titular pueda aparecer fácilmente descontextualizado en la página de resultados, por lo cual debe ser explicativo por si mismo y no requerir el apoyo de una ilustración, un subtítulo u otro elemento.
Algunas propuestas de Nielsen (2000) para escribir titulares son: a) escribir utilizando un lenguaje claro y sin juego de palabras; b) evitar titulares “seductores” y en su lugar presentar claramente el tema del texto; c) la primera palabra debería ser la más importante para facilitar su hallazgo por parte de los motores de búsqueda, es aconsejable que esta palabra sea el concepto principal o un nombre propio.
Diagramación de textos para la Web
Como se señaló anteriormente, la diagramación de textos para la Web debe considerar dos aspectos fundamentales: las limitaciones técnicas de la Web y la posibilidad de que el usuario establezca su propia configuración de tipografía, tamaños y colores.
Lynch y Horton (2000) indican que un texto bien diagramado debe garantizar la legibilidad, para lo cual la información se debe organiza en bloques claramente diferenciables y organizados para que puedan ser vistos como una unidad visual. Esto se logra trasladando al plano visual la lógica estructural de un documento: reservar mayor espacio para los títulos, colocar el texto en un bloque uniforme manteniendo siempre la misma alineación.
Sobre el largo de las líneas, Lynch y Horton (2000) señalan que
frecuentemente los documentos Web tienen un ancho excesivo, lo cual hace más dificultosa la lectura. Los autores afirman que la distancia que el ojo puede abarcar correctamente es de unos ocho centímetros, por lo cual el largo de una línea no debe sobrepasar demasiado a esta longitud. Fernández-Coca (1998) agrega que es conveniente mantener una misma longitud de línea en cada uno de los documentos.
En cuanto a la utilización de mayúsculas y minúsculas, tanto Nielsen (2000) como Fernández-Coca (1998) y Lynch y Horton (2000) recomiendan evitar los textos en mayúsculas porque la velocidad de lectura se reduce entre un 10 y un 12%. También coinciden en respetar las reglas gramaticales de cada lengua, en el caso del castellano, colocando en mayúscula solamente el comienzo de la oración y los nombres propios. Lynch y Horton (2000) indican que utilizar mayúsculas en las iniciales de cada palabra –Como En El Caso De Este Texto- interrumpe la visualización de las palabras al obligar al ojo efectuar saltos verticales en el inicio de cada palabra.
Aunque la sangría no es un recurso que este disponible en el lenguaje HTML, se puede simularla a través de la incorporación de espacios invisibles en el inicio de cada párrafo mediante la etiqueta <&NBSP>. La sangría se utiliza para ofrece un espacio de descanso visual en textos largos. Otra recurso para lograr esto en la Web, es colocar el contenido del párrafo entre las etiquetas
y
para lograr que entre el final de uno y el comienzo de otro quede un espacio en blanco.
Respecto a la elección de tipografías, el HTML permite especificar el tipo de letra a utilizar para visualizar los documentos. Sin embargo, es necesario que el usuario tenga instalada esa fuente en su sistema, en caso contrario, el texto se mostrará con la tipografía configurada por defecto, generalmente, Times New Roman. Esto obliga al diseñador a utilizar solamente un grupo reducido de fuentes y emplear las que habitualmente se instalan junto con el sistema operativo por defecto. Algunas de ellas son Times New Roman, Georgia, Verdana, Arial y Trebuchet en el sistema Windows, mientras que en Macintosh Helvética remplaza
a Arial.
La visualización de las tipografías es diferente en papel que en pantalla. Lynch y Horton (2000) señalan que una fuente tradicional como Times New Roman es considerada como la más legible sobre el medio impreso. En pantalla, su tamaño es demasiado pequeño y la forma de las letras muy irregular. Otras tipografías como Georgia o Verdana –afirman los autores- fueron especialmente diseñadas para ser leídas en pantalla.
Un estudio realizado por Aric Sigman en 2001, indica que las diferentes tipografías tienen connotaciones emocionales y psicológicas, y pueden influir en el receptor del documento gráfico8. A través de consultas con diseñadores de tipografías, consultores de diseño gráfico, imprentas, editores de libros y usuario de procesadores de palabras, Sigman determinó cualidades de algunas tipografías.
Hipertexto
8 Citado en Interlink Headline News, suplemento Nro. 2340 (www.ilhn.com)
El término hipertexto fue acuñado por Theodor H. Nelson y hace referencia a “una escritura no lineal, a un texto que se bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques de texto conectados entre sí por nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario” (Nelson, 1981 en Landow, 1995: 14)
El hipertexto es uno de los principales elementos que componen un documento Web, permite conectar páginas con información relacionada, y posibilita al usuario desplazarse a lo largo de un sitio y acceder a páginas de otros sitios. Como señala Berners-Lee (1999), el propio lenguaje en el cual se escriben los documentos que son publicados en la Web –el HTML- es una simplificación del Standard General Markup Lenguaje (SGML), el lenguaje de programación utilizado por los desarrolladores de hipertexto.
Algunos autores proponen establecer una diferenciación entre hipertexto e hipermedia, reservando el primer término solo para textos compuestos por otros textos y conectados mediante nexos electrónicos, mientras que el segundo extiende esta noción a otro tipo de información como gráficos, sonidos, y animaciones, por ejemplo (Landow, 1995). Otros, como Landow (1995), utilizan el concepto de hipertexto en un sentido amplio para referirse a un medio informático que relaciona información tanto verbal como no verbal.
Es importante señalar que cuando se habla de hipertexto no se está haciendo referencia únicamente a un recurso técnico, una herramienta al alcance del autor de un documento para la Web para enlazar información. Como apunta Landow (1995), en la conceptualización de noción de hipertexto convergen dos campos del saber que frecuentemente han avanzado sin conocer demasiado uno del otro: la teoría de la literatura y del hipertexto informático. Tanto unos como otros postulan que “deben abandonarse los actuales sistemas conceptuales basados en nociones como centro, margen, jerarquía y linealidad y sustituirlos por otras como multilinealidad, nodos, nexos y redes. Casi todos los participantes en este cambio
de paradigma, que marca una revolución en el pensamiento, consideran la escritura electrónica como una reacción directa a las ventajas e inconvenientes del libro impreso” (Landow, 1995: 14).
El autor agrega que el hipertexto guarda una estrecha relación con postulados de las teorías literaria y semiológica, en especial, con Derrida en el descentrar y la concepción de Barthes de texto de lector frente al del escritor. Respecto del descentrar, el lector de un hipertexto puede seleccionar su propio centro de investigación y experiencia. El lector no está atrapado dentro de una estructura jerárquica u organización (Landow, 1995). En relación con la distinción que realiza Barthes entre texto de autor y lector, el hipertexto permite al lector mucho más que aceptar o rechazar un texto ya que puede seguir algunas de las conexiones sugeridas, volver al texto original, realizar anotaciones y adosarlas al escrito del autor, o buscar nuevas conexiones (Landow, 1995).
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